Gustar, y querer.
Dos palabras, muy simples, muy usadas, mal empleadas, poco pensadas... Cada persona quiere a su manera, cada persona quiere una cosa, en cambio, todo el mundo gusta de la misma forma... y yo, pues... gusto y quiero de un folio en blanco. Y no, no me he vuelto loca, me explico.
Llevo lo impensable intentando querer a personas de las que nunca pude llegar a sentir tanto como de ti. Todo ello para mentalizarme de que la culpa quizás no fue mía, y sabiendo que todo lo que me quitaste empezando por las ganas y terminando por la autoestima, hasta eso lo hiciste sin querer
sin pretender
sin quererme.
Sin nada.
Y es que, ami me pueden gustar muchas cosas, muchas personas, pero solo querré a mi folio en blanco. ¿Y que es eso? Fácil, yo te muestro cada poro de mi, tanto interno como externo, y me dan exactamente igual todas tus reacciones, soy yo misma. Solo hablo, me escuchas y no respondes, y todo ello, por que justo en el momento en el que cambias esa mirada tan tuya y despegas los labios para responderme, te das cuenta de que estas perdiendo el tiempo en no besarme. Porque ya se lo que vas a decir antes de que hables, y tu ya sabes lo que voy a responder antes de que calles, para algo, somos iguales.
Por eso te busco cada vez que amanezco, cuando el resto del mundo anochece, entre papel y tinta liquida, en cada hoja que toco, intentando que cada una de ellas me entienda tanto como tu en su día lo hiciste, mi antiguo folio en blanco.
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